Aguas
cercenadas
al
final de la zona muda, para calmar la sed
el
cuerpo exprime las aguas cercenadas
que
permiten dar forma al salón de los espejos.
Un halo
de incertidumbre permanecerá siempre entre la dualidad gesto - palabra. Por eso
se traza un camino de papel, soporte de la palabra escrita con el objeto de
completar la escritura con lo no – escrito.
Se
traza un camino que nace desde la mudez y es recibido por un libro de
poemas cuya última página permanece en blanco. Es el cuerpo entonces que como
lápiz intentará trazar el gesto. Entre ambos puntos, el inicio y el final, un
flujo de peldaños. Un camino intermedio y sus aguas.
Intentando
desatar la boca sólo se hace presente el gemido que avanza para llegar a esta
zona intermedia, la escalera, lugar de subida o bajada en donde se transita
esculpiendo sobre papel el gesto y el residuo que deja la materia.
Primero: un camino de cicatrices y
cruces pintadas. Una tijera que fractura. En donde la lengua se desata y
la voz desaparece.
Segundo: la calle, el escombro, la
ruina, el cemento y la irrupción del líquido amarillo que moja los pies.
Tercero: El eclipse antes del espejo,
un agua que explota roja entre las piernas y que comprueba tanta infertilidad
reinante.
Cuarto: pisando un camino lleno de
espejos rotos… ojos que me miran para mostrar sólo los fragmentos de un
cuerpo. Finalmente sólo el agua cercenada por los espejos lava y
limpia los residuos, pero las vendas los atrapan en sus pies para seguir
caminando.
Saliva, orina y sangre // cruces-
cemento y espejos reciben la explosión de agua que lava, mezcla, colorea,
destruye y forma.
Daniela Guerrero González
Intervención
Ejercicios de cuerpos II, Enero 2012
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